martes, 28 de octubre de 2014

Poesía en las aulas 3


Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando
por fuera, que se diría todo de algodón, que no
lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de
sus ojos son duros cual dos escarabajos de
cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia
tibiamente con su hocico, rozándolas apenas,
las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo
llamo dulcemente: ¿Platero? y viene a mí en no
sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas
mandarinas, las uvas moscateles, todas de
ámbar; los higos morados, con su cristalina
gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una
niña...; pero fuerte y seco por dentro como de
piedra.

Inicio de Platero y yo. Juan Ramón Jiménez

No hay comentarios:

Publicar un comentario